En origen, la entrada principal del palacio se encuentra en el Gran Canal, a través de la monumental puerta de agua. Si se miran las fachadas de los demás palacios, se puede evaluar la gran novedad de las soluciones arquitectónicas adoptadas por Baldassarre Longhena en dicha circunstancia.
El arquitecto elabora la solución propuesta por primera vez por Jacopo Sansovino en la fachada de Ca’ Corner de la Ca’ Granda, abandonando el tradicional esquema de palacio veneciano que contemplaba, para la fachada, una estructura tripartita: una serie de ventanas en la parte central y dos alas a los lados. En cambio, su proyecto reproduce en toda la superficie un único módulo arquitectónico, en este caso deducida del de las Procuradurías Nuevas de Plaza de San Marco, pero reinterpretada en clave barroca, con un relieve acentuado de los diferentes elementos para crear un difícil juego de luces y sombras. Las novedades también conciernen a la planimetría del edificio. El tradicional pórtico cerrado que en los antiguos palacios venecianos atravesaba longitudinalmente el edificio, desde la puerta de agua hasta la puerta de tierra, aquí interrumpido por un patio interno, una tipología propia del palacio continental, que no se aplicaba en Venecia. La solución, a pesar de su simplicidad, es efectiva.
En lugar de un espacio oscuro, sin ningún valor arquitectónico y escénico, se crea una sucesión de áreas de luz y sombra que dilata aún más el espacio y guía la mirada del visitante hacia el escudo familiar, colocado a plena luz sobre la fuente. En el salón se encuentra hoy una góndola realizada en el siglo XIX, que presenta en el centro la tradicional “felze”, una cabina desmontable que garantiza una cómoda intimidad a los pasajeros.